A lo largo de los últimos cuatro años, el presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, ha tenido en Twitter su herramienta principal de comunicación política. A través de esta plataforma tecnológica, difundió mensajes que no eran del todo ciertos, insultó y descalificó a personas, despidió a sus colaboradores o se burló de ellos. Twitter fue un escenario para su suerte de reality show presidencial.
Las decisiones empresariales de Twitter, inicialmente de suspender temporalmente la cuenta de Trump, y luego de forma permanente, han encendido un acalorado debate, que como todos los que implican a Estados Unidos, en estos días de enero, parece estar envuelto en posiciones extremas. Sería motivo de otro texto analizar cómo Trump precisamente avivó la polarización, cuyos frutos ahora están a la vista de todos, y cómo Twitter fue su herramienta en tal estrategia.